miércoles, 22 de agosto de 2007

Calamares por millares

A principios de los 60, Hernán tenia 22 años, el trabajaba en una chata, embarcación igual a un bote, pero con la proa y la popa cortada en forma recta, distinta, a como los botes tradicionales cortados en en ángulo de 45 grados o menos. El verano era época de calamar y en la caleta varias embarcaciones se preparaban por las tardes para salir de pesca, los toletes en su lugar los juegos de remos bien dispuestos, la puruña para achicar el agua también donde correspondía, y la red para los calamares que era una red pequeña de 3,5 x 7,0 metros de hilo o de nylon, esta malla era fina y a la vez se usaba como red sardinera.

Hernán, el Paipa y el Pirata parten a la 20:00 horas en la chata 210 de 6 metros de eslora rumbo al centro de la bahía, luego de horas de bogar se detienen cerca de uno de los muchos barcos mercantes que se encuentran a la gira esperando el espacio en el muelle de la Empresa PortuariaTalcahuano para cargar productos del agro como porotos, lentejas, garbanzos y harina entre otros, en esos años los productos forestales no existían o eran absolutamente menores. La paciencia era clave para poder conseguir el preciado producto, ocupando la buena luz de los barcos mercantes, horas de concentración y espera por fin daban fruto, los cardumenes de calamares se dejaban ver, en la inmensidad del mar y la semi-oscuridad ellos cambian de color, esto más la luz de los mercantes permiten que se puedan observar con claridad. La claridad para actuar con premura y certeza lanzando la red y rodeando el cardumen.

Fue una alegría profunda ver la red llena de calamares, ya eran las 03;45 horas de la mañana, eran tantos que con esfuerzo se pudo subir la red por la popa, los calamares se escurrían por las botas de agua cortas, calculaban como una tonelada y media, lo cual reportaría buenos dividendos. A las 4:30 ya estaban listos para enfilar rumbo al puerto en el cual empresas de enlatado esperaban ansiosos la llegada de los muchos botes y chatas cargados con calamares, para luego de un proceso industrial ponerlos en tarros y llevarlos a las más diversas mesas del mundo etiquetados cómo clamares en su tinta. Ellos, los de la chata 210, habían hecho la mejor pesca de la temporada de todo el litoral.

Hernán, mi padre, pudo obtener en esa noche de pesca 140 pesos de la época, de los cuales 70 entregó a mi abuela Raquel, y con el resto compró su primer terno, 6 camisas, 6 corbatas,
zapatos, calcetines y una cama nueva. Por lo visto era mucho dinero para una sola noche de trabajo y un joven soltero. En ese tiempo los frutos del mar eran entregados en la bahía por la infinitud de la naturaleza, lo cual es impensado en los tiempos de hoy con la contaminación que afecta las aguas de la bahía de Concepción.

martes, 14 de agosto de 2007

Golpe, historia de una locura.

Eran las siete de la tarde, el toque de queda ya había entrado en vigor hace una hora, en la mesa del comedor la cena estaba servida en ese frió septiembre del `73, en la cabecera de mesa mi padre, en el otro extremo mi madre, además de mi hermano Juan, mis primos Ismael, Maritza y por supuesto yo. Se vivían tiempos de tensión, los militares habían dado un golpe de estado derrocando al presidente elegido constitucionalmente dando origen a un régimen defacto que traería mucho dolor a un pueblo que por mucho tiempo abrigó esperanzas en un futuro mejor. Mi tío Eduardo quien también vivía en la casa se había ido al campo tratando de escapar de la locura ya que era militante de un partido de izquierda ademas de obrero de la construcción, muchos de ellos estaban siendo detenidos y llevados a la Isla Quiriquina o a dos cuadras de mi casa en el fuerte el Morro, algunos años mas tarde conocería esos bunker en lo alto del Morro, porque aún siendo niños nos dejaban jugar cerca de ellos.

A mis nueve años tengo absoluta conciencia de lo que sucedía y muy fresco el recuerdo de estos hechos que les relato.
En la radio se escuchaban bandos tras bandos que la junta militar lanzaba por red nacional que más parecían bulas papales del tiempo de la inquisición. Entre vecinos se denunciaban para los militares se los llevarán, existía una suerte de vendeta mafiosa, y nadie estaba libre de ser despojado y humillado en cualquier momento.

Terminada la cena se empiezan a escuchar disparos a lo lejos, pero a medida que pasa los minutos estos disparos se acercan y se van haciendo más cerrados. Mi casa estaba en la esquina de Manuel Rodríguez con Autopista, es la entrada a la caleta, y al frente de ella se encontraba la Pesquera Iquique. Al parecer la pesquera había sido tomada por los obreros y desde ahí se atrincheraron para resistir. Sentimos mucho movimiento afuera de la casa, apagamos las luces y mi padre nos ordeno que nos metiéramos en los dormitorios y nos quedaramos bajo las camas tapando nos las cabezas por temor a una bala perdida ya que era fácil que en una casa completamente de madera como era la nuestra esto sucediera. Teníamos la certeza que a unos pasos de nuestra casa pusieron un a metralla de tres patas, mi primo Ismael, cuatro años mayor que yo se escurrió al patio con el fin de ir al baño y pudo observar dicha metralla, no se como pudo hacer eso. Luego de largas horas y una vigilia que parecía un abismo pudimos remontar nuestra camas, pero con un temor feroz y un futuro incierto.

Una vez amanecido, en la mañana salimos fuera y encontramos cientos de casquetes de bala en la esquina exterior de nuestra casa. Había mucho movimiento de infantes de marina y carabineros en la pesquera. Venciendo el temor mi curiosidad pudo más, cruce la calle y fui a la entrada de la pesquera que junto a otros niños mirábamos hacia el interior para saber que sucedía, pensábamos que el ser niño nos daba un aura de protección, pero la barbarie y la locura siempre pueden más, mi curiosidad de niño fue premiada con un culatazo de un carabinero de Chile, que me tuvo cojeando por mucho tiempo y ya transcurridos muchos años en los inviernos fríos el dolor no sede.

Lo que no he podido es saber que pasó con esos obreros que se tomaron la fabrica para defender un gobierno elegido democráticamente, no se si fueron detenidos o murieron en la defensa o fueron fusilados. Si bien el gobierno de la Unidad Popular cometió muchos errores, siempre respetó la vida y la dignidad humana lo cual quienes le precedieron nunca lo hicieron.

Quizás esos obreros dejaron esposas e hijos, hoy es posible que existan nietos, la vida siempre se abre camino, la esperanza por una vida mejor hoy cobra más vigencia que nunca frente a sistemas de producción injustos, sin respeto por la dignidad humana y a la naturaleza.

Hoy la caleta ve lejanos esos momentos que también la tubieron dividida en bandos opuestos, pero lo que no podemos olvidar son a los cientos de seres humanos que perdieron la vida. Muchos dirán "otra vez el pasado", pero los pueblos que no reconocen su pasado por doloroso que así sea no pueden mirar con la frente en alto el futuro.

martes, 7 de agosto de 2007

Fiesta de San Pedro, patrono de los pescadores

Dos tarros, bajo mis pies para poder alcanzar la caña del barco pesquero, mi padre sujetandome para que no me cayera e indicándome como moverla y explicando para que servía cada uno de los instrumentos que contenía el panel superior del puente, la ecosonda y sonar, el radar y la lupa donde se introducía la cabeza para ver las marcas de luces en donde se reflejaba loscardumenes de peces. Corría el año 1969 en plena revolución de la flores y una resistencia absoluta a la guerra de Vietnam por una gran mayoría de ciudadanos del mundo, mientras que en nuestro país llegaba a su fin la revolución en libertad y comenzaba otro experimento llamado socialismo con empanadas y vino tinto que vino a dinamizar los movimientos sociales y provoco 1973 el golpe militar, por cierto esto merece un análisis más profundo pero no es esta la historia la cual estoy describiendo.

Navegando en altamar, niños, mujeres, ancianos, guguas, todos unidos en una fiesta en torno al patrono de los pescadores "San Pedro" que en el imaginario es el que los cuida de tormentas y les brinda abundancia de peces para llenar sus redes, cual "Neptuno" dios mitológico de las culturas delpeloponeso antiguo cuidando los 7 mares.

En esos años mi padre era tripulante del Springer un barco de 100 toneladas de la Compañía Alimar con asiento en la Bahía de San Vicente y este viaje a los cinco años hace que me enfrente al recuerdo con mucho respeto por las tradiciones de hombres duros que agachan la cabeza entregados y pidiendo al santo un porvenir máspromisorio.

Banderas de señales y guirnaldas engalanan los barcos, lanchas y botes, fiesta digna de vivirla para quien se preciara hijo de mar.
En la otra bahía en la caleta también se celebra la "Fiesta de San Pedro", incluso el santo es custodiado desde siempre en el lugar, hoy tiene un lugar especial de cara al mar empotrado en una vitrina.