miércoles, 13 de junio de 2007

La lancha del tío Waldo

La lancha del tío Waldo a los ojos de un niño como era yo en ese entonces, fue infinita, blanca y abismante, varada a un costado del canal el morro en los 70 se fue deteriorando de a poco, aún no tengo la claridad si el tío con los años la vendió, la desarmó o la restauró. Pero claridad sí tengo para recordar que nos arrancabamos con los primos días completos a jugar a los piratas, en el cual todos eramos capitanes y bucaneros con espadas de madera y ojos tapados.

Siempre asolando y haciéndonos de otros botes a modo de juego, pero el verde era intocable, en batallas interminables llegábamos a olvidar el horario del colegio. Más de una vez mi madre me brindó una reprimenda. En cambio mi padre en otros barcos que no eran de juguete luchando contra el mar embravecido buscando el pez para convertirlo en alimento, día tras día, noche tras noche alumbrado por cigarros eternos que iluminaban como luciérnagas las noches frías de alta mar.

El tío Waldo fue uno de los mejores capitanes por instinto
de esos tiempos, sin radares, sólo con la mirada y el olfato el sabía donde estaban los peces, se perdió en la bebida como muchos en caletas y puertos, un homenaje al amor que él le profesaba al mar yo le brindo. La lancha del tío era majestuosa no me extrañaría que con los años y el canal contaminado la lancha pereciera. Ahora quizás un fantasma de la lancha habita en el canal y por las noches navega en la bahía para en el amanecer recalar, quien sabe en Talcahuano cualquier cosa puede ocurrir.

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