martes, 10 de julio de 2007

El gran Teatro Colón

El teatro Colón al parecer nació entre los años 55 y 60, en la avenida Colón entre la calles Bilbao y Thomsom. Pero también existían otros teatros que popularmente eran llamados así, pero que al fin y al cabo no eran más que cines en donde se exibían películas norteamericanas de mucha bala (western) y otras muy populares como las del cine de oro mejicano, Jorge Negrete, Cantinflas, Libertad Lamarque entre otras, además de las famosas sinopsis que en ocasiones eran más esperadas que las mismas películas. Cuentan que como en esa época no había tv, el cine era algo así como las telenovelas, entregaban por capítulos seriales domingo a domingo. Los otros teatros eran "El Imperio" en la esquina de Bilbao con Colón, "El Esmeralda" en Bulnes entre Colón y Blanco, "El Real" en la plaza de Talcahuano, y el "Dante" también en el centro en una esquina de la plaza.

Un domingo cualquiera de esos soleados y primaverales de octubre, unas chauchas en los bolsillos de manera que alcanzara para la entrada y algunos caramelos, con mi hermano Juan y primo Ismael, eso si excelentemente vestidos a la usanza antigua como día de fiesta. Peinados por mi padre antes de irse al sindicato de tripulantes en donde se discutía acaloradamente, enfilábamos al teatro, al gran teatro Colón, el esperado domingo, fantasía de todo niño.

Con una entrada se podían ver tres películas, no como los de ahora que sólo ves una, en realidad era otro concepto de cine, te encontrabas con tus vecinos, se formaban grupos para ir a ver las películas más populares. Alfamosisimo cojo se le gritaba de todo cuando por algún motivo se detenía la exhibición. Las tallas a grito pelado, los pololos, el viejo, el niño, la gua-gua, en fin, todo un mundo popular difícil de ver y sentir en los acartonados cines de hoy.

Los días festivos, la caleta se despoblaba para caminar 3 o cuatro cuadras para llenar el cine, el viejo (mi padre) en su juventud llevó a mi madre al cine en dos ocasiones, una a principios de los 60 acompañado obviamente de mi abuela como se usaba antiguamente, y otra en unos par de años más cuando estaban a punto de emprender una vida juntos.

Hoy en día he ido muchas veces al cine, pero nada se compara a esos días del Cine Colón, con amigos, primos, hermano, comprando esos panes dechancho con ají en pasta, tardes completas viendo cómo la imagienería hace soñar en pistoleros buenos y malos, en tarzán por la selva destruyendo cazadores furtivos, o mafiosos de corbata soltando una ráfaga de metralla desde sus coches del año 30, esa magia sólo la puede dar el cine.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Su artículo, Dn. Jaime, me ha devuelto atrás en el tiempo y me ha llevado a revivir aquellos recuerdos y emociones que tan lejanos han quedado en la memoria. Ciertamente en Talcahuano existen lugares que han pasado a formar parte de nosotros como personas, sin los cuales viviendo en el recuerdo, no seríamos los mismos. Una gran contribución sería el que se escribiera la historia de aquellos lugares.

Unknown dijo...

puedo contar que fui al gran cine colon con mis amigos, pasabamos toda la tarde en los famosos rotativos, entrabamos comos 2:30 y saliamos como las 11:00 de la noche.